martes, junio 06, 2006

Montando en bici (II y última)


Luego la bici estuvo unida a mí durante muchos años. Iba y venía al colegio montando en ella y de paso llevaba a mi hermana a su cole, que era distinto al mío, ella al Carmelo Cortes y yo al José Antonio Primo de Rivera (ahí es “ná”).

Hasta que cumplí 14 años y empecé BUP siempre andaba con ella (la bici), yo la arreglaba cuando se rompía e incluso le hacia algunas modificaciones “tunning” que le llaman ahora.

Cuando inicie 1º de BUP me empezaron a atraer más las motos que las bicis, más por evitar el rechazo social que por otra cosa y la abandone hasta cumplir 28 años más o menos. Fue entonces (con 28 palos) cuando mi hermano y yo nos compramos sendas bicis de carretera (de carreras que decíamos antes) y sin previa adaptación ni entrenamiento decidimos un día empezar a practicar haciendo 83 km de un tirón Tomelloso-Ruidera-Ossa de Montiel y vuelta a Tomelloso por el carreterín de la Ossa, y todo esto saliendo a las 11 de la mañana un día de mediados de Junio con toda la calorina. El pajarón que me cogí no se me va a olvidar nunca, los últimos kilómetros fueron interminables, nos quedamos sin agua, yo creía que no llegaba, mi hermano sin embargo aguantó con la entereza que lo caracteriza, casi siempre es el último en caer, yo… soy un poco más flojo (pero “mu” poco ¡eh!, cuidado).

Después de unos pocos años de entrenar y disfrutar con la bici la volví a dejar para convertirme en corredor, runner o atleta, como queráis, a mi personalmente me gusta creerme atleta, el atletismo es la esencia del deporte, lo más puro.

Pero fíjate por donde, ahora el Alcalde de Madrid se ha empeñado en hacer pagar a los automovilistas que aparquen en el centro (y no tan centro) de la ciudad y esto parece que está haciendo que el tráfico disminuya y a la vez aumente en mi las ganas de ir en bici a trabajar, total que me he traído una de las 4 bicis que tenía en Tome, la he acondicionado con alforjas, retrovisor y porta (aquí le llaman transporting) también he sacado del armario los maillots, guantes, zapatillas con automáticos, casco etc. y me he atrevido a ir a trabajar en bici.


He vuelto a disfrutar de la sensación de libertad que da la bici y me ha sorprendido el silencio de El Retiro cuando lo cruzo dejando atrás el ruido del tráfico, también la gran cantidad de gente que lo frecuenta a esa hora de la mañana.

En total son 12 kilómetros y medio contando la ida y la vuelta, la ida podemos considerarla cuesta abajo y por tanto la vuelta cuesta arriba y algunos días cuando he tenido entrenamiento de calidad a mediodía en El Retiro se hace un poco duro pensar en volver a casa, pero lo supero y al final merece la pena haber ido a trabajar en bici.


(*) Las fotos estan hechas hoy mismo y en marcha.