miércoles, mayo 27, 2009

Entrenamiento solitario

Hacía mucho tiempo que no entrenaba solo en El Retiro, que yo recuerde, la última vez fue en 2005 hace unos 4 años y hoy se han dado las circunstancias para que se vuelva a repetir, Fernando de comida, Juan Carlos recuperandose del medio Ironman del domingo, Beni lesionado, etc.

He iniciado el calentamiento solo, y aunque conforme avanzaba me he ido encontrando con algunos de los que forman nuestro grupo, no les he podido convencer con mi proposición de 10 x 500m., Manuel se ha negado y ha preferido rodar, Goyo también me ha rechazado, total que tras el calentamiento me he visto solo en el punto de partida de los 500m. En esta ocasión los haría desde la caseta 211 en la feria del libro con final en la fuente del Ángel Caído y viceversa.
Tengo que decir que al haber perdido la costumbre de hacer entrenamientos de calidad en solitario, me ha dado un poco de congoja pensar en hacerlo sin la compañía de alguien de los habituales, más cuando me he dado cuenta de que no llevaba cronometro para tomar los tiempos. Con estos pensamientos he estirado un poco y como he podido me he armado de valor y me he dicho a mi mismo “después de contarle a todo quisqui que iba a hacer 10 x 500m ahora no voy a tirar la toalla para que quien me vea diga –vaya un flojo, nos dice una cosa y hace otra-“ y con este razonamiento y casi por inercia me he dado la salida a mi mismo, eso sí, ésta vez sin pulsar el botón del tiempo.

Tampoco es muy necesario el cronometro, ya tengo los ritmos más o menos interiorizados y sé que tiempo haré, el problema en esta ocasión es ¿cómo calcular los 3 minutos que he decidido descansar entre 500 y 500?.
Mientras corría el primer 500 he encontrado la solución… cantando, eso es, las canciones duran más o menos entre 2 minutos y medio y 3 minutos, perfecto ese es el tiempo de descanso que he pensado, dicho y hecho, he terminado el primer 500 y me he puesto a cantar, bueno tararear la primera canción elegida.

Cuando estaba terminando de tararearla ha aparecido Jorge y le he preguntado si se animaba a hacer al menos un 500 conmigo, él ha aceptado de buen grado, que yo recuerde nunca se niega a ninguna proposición atlética, luego le he explicado que quería saber en qué ritmo estaba haciendo el 500 y me ha contestado ¡vale!.

¡Ya!, cronometro a cero, ahora corriendo desde la fuente del Ángel Caído a la caseta 211 del paseo de coches, clic, ¿tiempo?... un segundo menos de lo que yo había calculado, ok, estoy en el ritmo.

Jorge ha seguido con su entrenamiento y yo me he quedado tarareando esperando iniciar el siguiente 500, y así me he sumergido en mi entrenamiento de calidad.
En cada repetición y para distraer mi soledad he ido contando las zancadas que daba, en total he contado entre 315 y 320 en cada 500 metros.

Mientras corría me esforzaba en contar los pasos (no es tan fácil) y me desconectaba del exterior, no oía más que mi jadear y mis zapatillas pisar contra el suelo, cuando paraba tarareaba una canción y escuchaba las conversaciones de los pájaros.

A eso del séptimo 500 y cuando estaba descansando ha pasado Werner con su correr característico y ha preguntado-afirmado “¿entrenando solo?” yo le he afirmado con la cabeza, pobrecito… ha añadido él. Me ha dejado preocupado con ese “pobrecito”.

He seguido a lo mío hasta completar los 10 x 500m que tenía previsto, he descalentado un poco (algún día sabré que es eso) y me he duchado.

Y así ha transcurrido este solitario día de entrenamiento.

Por cierto y ahora que lo pienso cuando Werner ha dicho “pobrecito” yo estaba tarareando la canción “Quiero beber hasta perder el control” de Los Secretos”, está claro, me lo ha dicho porque me ha visto ponerle sentimiento.